Julio y Antonio son, literalmente, irresistibles. Abiertos, simpáticos y muy, muy guapos. Desde el primer momento se movieron ante la cámara como pez en el agua. Corrieron y me hicieron correr, jugaron con las hojas, se zamparon su bastón de caramelo e hicieron que el tiempo de la sesión se me pasara volando.
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